Hablar de Pedagogía Crítica es hablar de Paulo Freire. Para HUMANITAS esta afirmación define parte del trabajo filosófico/teórico/político que desarrolla. Quisimos compartir con ustedes, dos principios freirianos de los varios que guían nuestro horizonte pedagógico, conectándoles con algunos aspectos prácticos de nuestro trabajo.
Primer principio. La crítica a la educación moderna
La educación moderna, vale explicitar, se sostiene en prácticas que naturalizan relaciones de poder asimétrico entre personas, comunidades y culturas. De allí –en términos generales- la importancia que Freire atribuyó al trabajo por una educación liberadora, crítica de las relaciones opresivas modernas y de las formas en que éstas se desmontan.
En este marco es que se relevan acciones que permitan percibir la injusticia cognitiva existente y que se asientan en relaciones que clasifican jerárquicamente a las personas y grupos humanos; en un pensamiento que fragmenta e inhibe pensar relacionalmente y en un modelo de producción que naturaliza los costos sociales, por ejemplo, del extractivismo.
Cabe decir, que este mismo marco, produce que las representaciones sociales de género, clase, raza, sexualidad sean parte de este universo. De estas, podemos decir que afectan la posición social de mujeres, de trabajadores/as, de personas indígenas y negras, de personas disidentes sexuales y que dichas afectaciones no solo implican relaciones individuales, sino que se imbrican con relaciones entre comunidades y culturas a las que el pensamiento moderno le otorgó o negó valor, cuestión que permanentemente se reactualiza.
En este sentido, vale destacar que una cosa es la relación individual entre un hombre o una mujer y otra, la estructura que permite que estas relaciones se expresen de manera jerárquica. Curricularmente, dichas jerarquías se preservan, cuando se naturaliza, por ejemplo, que las niñas no son buenas para las matemáticas; que los textos de estudio presenten a las comunidades indígenas como parte del pasado nacional; entre diversas otras prácticas.
Segundo principio. El carácter dialógico de la educación
Para Freire, la educación es central en el proceso de transformación de la humanidad. Para ello, su propuesta se basa en el diálogo como una exigencia existencial. HUMANITAS, entiende dicha exigencia como parte de un camino que transforma a las y los estudiantes en agentes de su propio cambio, pues asume con Freire, que el acto educativo no solo se remite al profesor, pues en la práctica dialógica, ambos/as se educan mutuamente.
Sabemos que lo anterior no es sencillo, pues el sistema moderno, somete al docente a un modelo que releva su rol técnico, sin embargo, el diálogo es premisa para detectar límites y para diseñar conjuntamente las acciones que ampliarán la comprensión y concreción de esta premisa. De otra forma dicho, buscamos una vía que nos permita reconocer el lugar que todas, todes, y todos ocupamos en el mundo para analizarlo críticamente y con ello fortalecer nuestro rol como sujetos productores de conocimientos.
En dicho diálogo se promueve la autonomía, que siguiendo a Freire, se construye solamente a través de procesos interactivos, que nos ponen en contacto con el carácter colectivo/comunal de la educación. Esto, porque un diálogo liberador es el que abre espacio a debates que cuestionan la opresión, que permiten distinguir cómo colaboramos al respecto y fundamentalmente que nos transforman en voluntades que se dirigen a desmontar estas realidades.
La idea de lo anterior es posibilitar espacios en donde los docentes planifiquen, sin olvidar, que pese al carácter técnico curricular, la comunidad escolar puede participar de la construcción de objetivos, de la selección de contenidos y materiales. Esto, porque la diversidad que allí habita propicia un debate que al circular igualitaria y equitativamente, favorecerá que la exclusión se debilite, que se expongan términos propios desechados y que finalmente se aliente que cada estudiante y la colectividad de la que es parte se transforme en agente de su propio cambio
Acciones transformadoras HUMANITAS
Todo lo anterior ha gestado un proceso que pone en juego, entre otros, una perspectiva interseccional. Con esta nos referimos a tomar conciencia de aquello que las prácticas dominantes educativas ocultan. De allí que HUMANITAS releve un abordaje imbricado de la realidad, pues nos permite fortalecer una perspectiva relacional educativa y cuestionar la propia cultura escolar y las formas en que hace pervivir la exclusión.
Lo anterior produce un sistema de diálogo, que aportado con prácticas de descolonización curricular, apoyan el establecimiento de causas por sobre las consecuencias, pues comprender cómo la sanción de diferencias ha sido producida, es más importante que reconocer sus efectos. Esto, pues al reconocer las causas se posibilita un desmontaje que transforma las consecuencias, permitiendo observar, entre otros, como los privilegios que poseen algunos, producen el menoscabo de otras personas, comunidades y culturas.
Capacitación Inclusión Escolar.
Ilustre Municipalidad de San Ramón
En este camino, relevamos la presencia de facilitadores/as que ponen en juego términos excluidos de la educación en voz propia de las, los y les afectados. De allí que cuando se abordan temáticas asociadas, por ejemplo, a la interculturalidad, la inclusión y otros, sean voces de mujeres y hombres indígenas, de comunidades negras y homosexuales las que ponen en juego temáticas que problematizan las prácticas pedagógicas para ampliar los sistemas de comprensión de la educación moderna y aportar así a la justicia cognitiva.
Asimismo, promovemos el análisis crítico del sistema educativo. Éste, se vincula a los saberes que nuestros expertos -certificados a través de distintos posgrados- distribuyen en distintas materias pedagógicas. Vale destacar, que todo lo comentado, que por cierto, es una síntesis mínima, de nuestro Proyecto Educativo, se construye con base en las necesidades que las comunidades educativas exponen, pues no se trata de replicar modelos impositivos, sino, como ha sido dicho, de procesos que construyan colectivamente a estudiantes, profesores y comunidades como agentes de un cambio que concreta una ética de justicia, por sobre procesos de reproducción cultural que la limitan.